...3, 2, 1
Pero te sorprendes redescubriendo tanto humo negro a cada paso que solo se te ocurre
relativizar.
Puro amor propio,
ley de vida,
o
instinto de supervivencia.
Y un arma letal que te acompaña, construida a base de noches
defraudadas.
No es que quiera guerra, es que aprendí que la paz no tiene suerte
conmigo, ni tiempo para mí.
Pasando el periodo de
prueba, surcas la línea de fuego lanzando bombas silenciosas
si caminas, y llegas a la plaza equivocada.
Pero en ese momento tú ya huyes de nuevo, inventando un cometa en el cielo,
fingiendo un día de fiesta, haciéndole luz de gas a cada mirada oscura que ha
visto cómo te pierdes...
Entre tu humo negro y sus agujas.
Entre tantos motivos para no creer.
N.
N.
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