Building.

Y, un día, la luz del Madrid más oscuro cambia.

Cambia detrás de pasos que no saben caminar por el mismo escenario que ayer.
Una luz inexplicable, una sensación superior pero débil. Aunque, al fin, capaz de abrirte los ojos.
Solo te suplicas que aguante, que no se marche, que acompañe a tus pasos fuertes, los que no saben qué está atrás y qué delante, ni cual es la referencia con la que jugar al escondite.
Pones cemento a cada maldito suspiro, elevas muros fríos a cada pinchazo, ideas un tejado ansioso por vivir. Para que todo te pille resistiendo un vendaval, y que los lunes llueva oliendo a vida.

Porque no quiero la clave, solo más horas de luz como esa.

N.

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