De locos de atar.
Se me secan los ojos cuando intento parpadear para creer,
me muerdo el labio para disimular mi decepción,
mi sorpresa queda delatada por el calor y (peor aún) color de mis mejillas,
y por cada inevitable y constante cambio de posición de mi culo en la silla...
Mi cuerpo delata a mi mente, dejan de jugar la misma partida. Es una traición incontrolable.
Se vuelven extremos que huyen de sí mismos.
Quien entienda esto que levante la mano para frenar a mi cuerpo, yo mientras seguiré buscando la forma de hacerles coincidir.
Deberíamos estar más acolchados por dentro. Por lo que pueda pasarnos, para no temer a todo lo que pueda herirnos. Habitaciones acolchadas para todos, sin camisas de fuerza por favor.
N.
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