Teatro Edén



  En Praça de Restauradores está mi edificio favorito de Lisboa, es el Teatro EdénMe fijé en él en mi primera visita a esta ciudad y hacia él siempre he dirigido mi mirada, con algo así como una obligación espontánea.

Al principio miraba la fachada del teatro buscando acertar con su color, del que aún hoy no estoy segura. Dependía de la luz, y Lisboa tiene tanta y es tan fuerte que el resultado era un edificio diferente cada día. Punto a su favor que alimentaba mi empeño por hacerle más y más fotos.

Hablo de él porque convertirse en el lugar al que más me gustaba mirar me pilló desprevenida. Porque no había motivos más allá de los que yo sentía. Me encantaba pasar una y otra vez por esa zona, aunque alargara el camino de vuelta a casa. A veces miraba a la gente que pasaba como retándoles a que supieran que me encantaba estar ahí. Nadie lo sabía, claro.
Sentir esto no había sido algo programado, de hecho hay tantos lugares perfectos en Lisboa que me resulta imposible elegir una fachada de un edificio, vienen muchas a mi cabeza para pelearse por el primer puesto. Pero entonces llega mi subconsciente y declara un ganador sin consultarme, sin opción a que me eche atrás. Fue más como un flechazo, con todo lo que eso conlleva: rapidez, sinsentido y admiración.
Y así de rápido aparece siempre en mi mente esta fachada cuando alguien habla de un edificio. Es la primera entrada de mi buscador mental y, a veces, la primera imagen que me sobreviene a la mente cuando tengo que dejarla en blanco, cuando necesito sentirme tranquila. Yo no pienso en playas de arena blanca, pienso en el Teatro Edén que me recuerda el gran valor que tienen mis recuerdos.

Y aunque seguro podría tratar de describirlo de manera objetiva y detenerme en todas sus partes, le hago un homenaje más justo moviendo el foco de atención. Escribo tratando de explicar lo que su existencia me provoca.

Termino confesando que nunca he estado dentro. Hasta ahora he contenido mis ganas de entrar y subir a su azotea para no desgastar mi curiosidad irracional. Es como cuidar un sentimiento fuerte pero frágil por miedo a que algo cambie. Muchas veces frenarme antes de tiempo hace que mis expectativas vuelen y que mi ilusión por volver a pasar por esa plaza llena de luz no tenga límites.


Nuria Escudero Duch.

Comentarios